domingo, 18 de abril de 2010

capítulo 3: la vida cambia y cambiará

El día que se cumplían los dos meses de mi ingreso en el hospital recibí una visita inesperada:

- Hola, ¿se puede pasar? - Allí estaba él; bueno, él, y todo su descaro. No podía creer lo que estaban viendo mis ojos.- No sé si te acordarás de mí, nos conocimos poco antes de tu accidente.
- Sí, me acuerdo perfectamente, no todos los días se conoce a alguien tan descarado como tú.-
- Siento no haber sido más educado contigo la otra noche. Sólo quería hacerte sonreir, parecías algo preocupada.¿Cómo va tu recuperación?
- Sí, suelo preocuparme cuando no encuentro a mi novio. Y gracias, mi recuperación va de maravilla. Si tan interesado estabas en mi estado de salud, ¿porqué has tardado tanto en venir a verme? si s epuede saber.-
- Oye, vale que puedas estar molesta por cómo te traté aquella noche, pero te estoy pidiendo perdón, estoy queriendo ser educado y preocuparme por tu salud. Sólo quiero que sepas que si no he venido antes es porque estaba seguro de que al principio no faltaría gente a tu alrededor. Pero tranquila, veo que te molesto así que me voy, no hace falta que me eches si es en lo que estabas pensando. Toma, te he traido ésto.- Me dió una bolsa blanca que llevaba en la mano y sin más palabras que un suspiro dió media vuelta y salió de la habitación.
 Fue ese momento, justo en ese momento cuando me dí cuenta de que, tras las primeras semanas de mi estancia en el hospital, se habían acabado esas tardes agradables siempre en compañía. Ahora las únicas personas que seguían visitándome a menudo eran mis padres, mi hermano, Marcos, mi amiga Marta y Alicia, la enfermera del hospital. Hacía días, incluso semanas que mi mejor amiga, Silvia, no pasaba por el hospital ni me llamaba... Ni siquiera Álvaro venía casi a verme; es verdad que estaba en época de exámenes, pero cada vez venía menos. No podía culparle por no querer besarme, o por querer hacer cosas menos aburridas que pasar conmigo una tarde en el hospital, pero se suponía que era mi chico, al menos algo de apoyo me tendría que dar, ¿no?. 
Rompí a llorar, las lágrimas recorrían mi rostro a velocidades vertiginosas, ¿Cómo no me habría dado cuenta antes! Si Álvaro no venía a verme sería porque ya no me quería, no podía soportar esa idea, pero cuanto más lo pensaba, más coherente se me hacía. Lo que no entendía era porqué Silvia no quería saber nada de mí... ¡¿porqué?!

- Pero, cariño,  ¿Porqué esas lágrimas?- Alicia acababa de entrar en la habitación y se acercaba a mí sacando un pañuelo del bolsillo de su bata blanca.
- Ya no me quiere Alicia, y ¿sabes lo peor? - Ésta era una de esas preguntas retóricas que hacemos las mujeres a otra persona pero que vamos a contestar nosotras mismas.- ¡Que tiene motivos! ¿Quién va a querer ser novio de una chica que se pasa los días, las semanas ¡los meses! en un hospital? NADIE - Creo que jamás en mi vida había llorado tanto como lo hice entonces.
- Cariño, esa no es razón para no quererte, es verdad que una relación se puede enfriar algo por ello, ¡pero no se puede echar a perder así como si nada, es más, es ahora cuando más debería demostrarte lo mucho que te quiere! - Ella siempre estaba cuando la necesitaba... - Y si es tan sumamente idiota como para alejarse de una chica tan estupenda como tú, es que él no merece la pena, si no te demuestra que te quiere, es que no es "el chico" - ...Siempre sabía qué decir en cada momento...- Mira, tengo una idea, mañana es sábado y Marta vendrá por la tarde, así que ¿porqué no le llamamos y le invitamos a que coma contigo mañana?- ...Y lo más importante, sabía cómo animarme.