Los días pasaban, todos seguían con
sus vidas. Bueno, todos menos yo, claro, que parece que iba a vivir siempre en
el hospital. Pasaba las mañanas entre médicos, enfermeras y máquinas para
seguir haciéndome pruebas que ya no sabía ni para qué servían y las tardes
entre la merienda, la siesta y mis rutinarias visitas a otros enfermos de mi
planta, sobre todo al señor Tilman. El señor Tilman era un viejo cascarrabias
al que le gustaba charlar, le encantaba contarme anécdotas de cuando era joven casi
aún más de lo que le gustaba que yo le contara las mías.
Marta seguía viniendo a verme muy a
menudo, aunque desde el sábado que vimos la peli en el hospital, no se le había
quitado la cara de preocupación pero nunca quería contarme qué pasaba con
Álvaro, porque yo sabía que era por él. Y si le preguntaba por Silvia,
simplemente cambiaba de tema como si no se diera cuenta. Agradecía mucho sus
visitas, nuestras charlas interminables, las noticias que me traía, pero ya
necesitaba saber la verdad. Hasta que un día cualquiera
- - Hola, ¿se
puede?- allí estaba, era él, Álvaro.
- - Sí claro,
pasa, ¿qué tal estás?- dije incorporándome en la cama y adecentándome el pelo.
- -Bien, bien-
dijo cabizbajo entrando en la habitación- ¿qué tal estás tú? ¿ya vas mejorando?
- - Si, el médico
dice que en un par de semanas podré volver a casa y sólo tendré que venir a
rehabilitación.
- - Oye… siento
no haber venido mucho y eso pero es que he estado muy liado con exámenes,
entregas y ya sabes cómo funciona mi carrera, siempre hay algo que hacer y
bueno…
- - Ya, entiendo
pero los exámenes de Arquitectura acabaron más de hace mes y medio, puedo
entender que no quisieras venir pero, no pongas los exámenes de excusa, que
sabes de sobra que de falta de tiempo entiendo bastante.
- - Sí sí pero ya
sabes después tenía que celebrar el fin de exámenes con los de clase, y
preparar los papeles para pedir la beca para irme a Irlanda a hacer el proyecto
al curso que viene- las palabras se le atropellaban al hablar y no se sabía muy
bien si por nervios o por miedo- y bueno ya sabes… en fin que, que lo siento-
Álvaro parecía de verdad arrepentido pero no me
había mirado ni una sola vez a los ojos desde que había entrado. Había algo más
en ese arrepentimiento. Y como nadie estaba por la labor de venir a informarme,
hice lo que debía haber hecho hacía mucho tiempo.
- - ¿Quién es?
- - ¿Quién es
quién?
- - Lo sabes de
sobra, no te hagas el tonto que te conozco y aunque lleve aquí encerrada dos
meses no soy idiota- su pregunta me había molestado tanto que mi tono de voz
subí un escalón casi sin querer.
- - Mira Enma, ha
pasado muchas cosas, de verdad, pero no creo que éste sea e mejor momento para
explicarte todo eso. Yo sólo veía a ver cómo estás pero ya veo que mucho mejor
así que mejor me voy- dijo cogiendo su abrigo
mientras se dirigía a la puerta.
- - ¿Te vas? ¿¡Te
vas?! ¿A dónde te crees que vas?- En ese momento se paró frente a la puerta con
la mano cogiendo el pomo- Llevas más de un mes sin venir a verme, ni siquiera
tienes la decencia de mirarme a los ojos y en cuanto te pregunto algo que no te
gusta ¿me dices que te vas?- hice una pausa para respirar y coger fuerzas para
decir lo que tenía que decirle- Pues no muchacho, tú te has equivocado de chica
a la que tomarle el pelo. Yo he aguantado que no vinieras a verme, e incluso
que no me cogieras las llamadas muchas veces o no contestaras a mensajes de
facebook o por el whatsupp cuando sabía que estabas conectado y milagrosamente,
en ese momento, desaparecías.
- - Enma yo…
estaría ocupado en ese momento, de verdad que si no te habría llamado seguro.-
dijo girándose hacia la cama en que estaba yo.
- - Déjame
acabar, por favor- dije con toda la calma que pude reunir, porque lo que en
realidad estaba deseando era levantarme de la cama, coger impulso y darle un
buen bofetón, pero me contuve porque sabía que si lo hacía, no obtendría la
respuesta que quería- He esperado este momento ya suficiente tiempo para saber
qué es lo que pasa, qué somos, si es que somos algo aún, claro. Y permíteme que
te llame cobarde si cuando intento pedirte una respuesta pretendes darte la vuelta
e irte por donde has venido.- para ese momento hacía ya esfuerzos porque las
lágrimas no cayeran de mis ojos, él me miró a la cara, dejó el abrigo en la
silla y se sentó en la butaca que estaba al lado de mi cama.
- - Enma yo…
conocí a alguien.- dijo mirando a ese infinito situado en ninguna parte al que
miramos cuando no podemos mirar a alguien a los ojos mientras decimos algo que,
aunque sabemos que debemos decirlo, somos conscientes de que hará daño a quien
lo tiene que oír.
Y yo dejé de mirarle,
había imaginado miles de veces esa misma escena en mi cabeza, sabía que él
podía estar con otra y sabía que no sería fácil, per cuando llega el momento,
parece más difícil aún.
- - ¿Puedo saber
cuánto tiempo llevas ocultándomelo?
- - Verás,aquel
sábado, cuando tú tuviste el accidente… en la discoteca…
- - ¿Fue ese
sábado? ¿La conociste allí?
- - En realidad,
ese día… intenté decírtelo.
- - Y, ¿y cuánto
tiempo lleváis juntos?
- - Mira Enma,
creo que esta conversación es mejor que se quede aquí, ¿sabes? Es…
- - Dímelo,
prefiero saberlo.- Apreté los puños bajo las sábanas y le miré directamente a
los ojos- A ver si te crees que a estas alturas rte idealizaba como un príncipe
azul después de todo.- intenté sonreir, pero se me cayó una lágrima con el
esfuerzo.
Él se dio cuenta, y dijo – tres meses, Enma lo siento,
intenté decírtelo antes, de verdad pero las cosas no estaban bien y cuando nos
veíamos tú siempre andabas tan liada con…
- - ¿Y qué? No iban
bien ¿y qué? Debiste habérmelo dicho.
- - Al principio
sé que fui un egoísta, no podía elegir, te quería muchísimo aunque las cosas
fueran mal y entonces, pasó lo del accidente, y ella estaba siempre ahí incluso
cuando hablaba de ti y tú…
- - Ya, y yo
simplemente, no estaba. Lo sé, no era la novia perfecta.
- - Y es que
después cada día era más difícil venir a contártelo, tú no estabas bien y me
daba miedo que esto te afectara. Venía a verte y me costaba mirarte a la cara
sabiendo que te estaba engañando. Lo siento, de verdad, sé que no será fácil
pero espero que puedas perdonarme.
- - Ya, te
entiendo pero, ahora prefiero que te vayas, de verdad, márchate.
- - Si quieres
puedo venir a verte otro día y te prometo que si me llamas lo cogeré y si
necesitas algo pídelo que yo, yo…- caminaba hacia la puerta entendiendo que no
debía permanecer mucho más tiempo allí porque podía estallar.- Mejórate y lo
siento.-
Rompí a llorar tan pronto como se cerró la
puerta, no podía más, había aguantado suficiente las lágrimas. Era
lógico. Lo que no tenía ningún sentido era pensar que Álvaro seria él, “el
único”, el que estaba en el mundo sólo para mí. Mil veces había pensado que era
su niña, la chica de sus ojos, la única para él… y ves la realidad, o más bien
te chocas con ella, y te das cuenta de que, como tú, puede haber muchas más y
no serás especial porque lo hayas sido durante un corto tiempo en su vida, un
tiempo en el que creíste tocar el cielo, sino que, si eres especial o no, el
tiempo lo dirá.
Ilusa de mí, que tan sólo con enamorarme una vez
creí entender lo que otros no llegan a comprender en una vida.